jueves, 27 de enero de 2011

Lágrimas al margen: Nadie sabe la verdad

Cuando me miran.

No sé qué piensan. ¿Qué piensas cuando miras a alguien que no conoces? ¿Y cuando miras a alguien que conoces? Todo el mundo piensa algo, a veces nada, ausencia de pensar.

Un lenguaje tan extraño el de los pensamientos sobre los demás y lo rápido que cambian. Del amor al olvido profundo, del orgullo al desprecio, de pensar en alguien a no pensar.

Es algo que no se aprende, no se aprende a pensar en alguien ni se sabe, no es una habilidad, simplemente pasa.

Qué pasará cuando nos miren, qué pensará nuestro compañero, nuestro amigo, nuestra amada, o la que amada no lo sabe. Podremos seguir adelante sin saberlo? Y sabiéndolo?

Los pensamientos son difíciles de leer, casi imposibles, con lo que es el mayor secreto que tenemos. Y a veces hay que protegerlo para que nadie penetre en nosotros, porque se harán fuertes a nuestra costa. Sólo algunos asumen el desafío.

Yo no sé si quiero que me conozcan. Me protejo.

Así que pienso que cuando me miran todos sacan conclusiones, pero nadie acierta. Eso es...          
porque nadie sabe la verdad.

Segunda lágrima: el sabor a ocre de la tierra

Jamás pensé que podría experimentar algo así. De hecho jamás pude suponer que experimentaría.

Es algo que se nos tiene negado.

Aún no me acostumbro: a la brisa, el aroma de cada diferente y única cosa. Mirar y ver que todo se mueve (incluso aquello que está quieto). Y el tacto, rugoso y suave y frío o arenoso... Saborear. Un sonido que le da personalidad a lo que puedes ver, mirar, tocar y oler. Y amar.

A veces la pena que siento por el destierro se aparca y todos los sentidos son los aparcacoches que lo logran, sin un rasguño y con total suavidad.

Es increíble.

A veces miro la tierra que piso, casi nunca tiene el mismo color, ni siquiera parece siempre la misma al tacto. Puede oler a tierra húmeda, cuando la piso jamás suena igual.

Nunca la he probado pero creo saber a lo que sabe: a fe y deseos y sueños. A esperanza no olvidada.

Ése es el sabor a ocre de la tierra.